POR QUÉ NOS RESISTIMOS A LOS CAMBIOS: MIEDO AL CAMBIO

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Publicado el 9 enero, 2017

«Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo… del miedo al cambio».- Octavio Paz.

En este artículo el Dr Fidel Hernández nos invita a reflexionar acerca de por qué nos resistimos a los cambios y las consecuencias de no hacerlo:

Según reza un proverbio francés: “cuánto más cambian las cosas, más igual a sí mismas son”, refiriéndose, sobre todo, a esa necesidad de cambiar permanentemente para mantener la estabilidad.

Pero la mayoría de los seres humanos nos resistimos a los cambios, aunque sean buenos, y sólo aceptamos gustosos el cambio del pañal. El resto de cambios nos cuesta, ya que tenemos una tendencia a mantenernos o aferrarnos a hábitos, patrones o relaciones por el miedo y la inseguridad que nos genera el hecho de cambiar. No se nos enseña una cultura del cambio durante la vida, ya que nuestra naturaleza humana cambia permanentemente, como también lo hace el Cosmos. Sin embargo, nuestra mente, conserva la ilusión de permanencia.

Si nuestro cuerpo cambia cada 180 días todo el tejido sanguíneo y, cada 10 días se regenera gran parte de nuestro tejido corporal, qué sentido tiene no querer cambiar del trabajo que no nos gusta, de la pareja que no nos hace feliz, del entorno tóxico que nos oprime o de otras tantas cosas que nos impiden sentirnos bien y disfrutar cada día de nuestra existencia que, a lo sumo, con suerte, durará 70 u 80 años aproximadamente.

¿Por qué nos resistimos a los cambios? Generalmente, nuestra mente se equilibra entre rutinas de estabilidad y procesos de cambio y, cuando algo altera nuestras rutinas o costumbres y tenemos que comenzar a enfrentarnos a nuevas situaciones, nuestra mente activa un conjunto de procesos bilógicos y psicológicos aprendidos que desatan el miedo a la incertidumbre, a lo desconocido. La incertidumbre nos da mucho miedo. En alguna cultura más que en otras, se nos enseña desde muy pequeños una tendencia a la certeza, al control, al perfeccionismo, a movernos en escenarios conocidos donde evitemos el error y la incertidumbre. Eso hace que muchas personas se detengan, incluso ante los cambios positivos para su vida, ya que los miedos a la incertidumbre pueden pesar más en su mente que las realidad de los beneficios del cambio.

Otra de las razones que impide este cambio, es el miedo a la pérdida de lo que tenemos o de lo que somos. Nos anclamos en un puerto, como un barco que no quiere salir a la mar sin comprender que la única razón de vida no es solo salir a navegar sino, como dijo alguien, es también tener la capacidad de dejar perder de vista la costa, para adentrase mar adentro, hasta que encontremos otro puerto u otra tierra que renueve, alimente y se ajuste a los movimientos y necesidades del barco de la vida.

Miedo ante lo desconocido y miedo a la pérdida son los gigantes paralizadores del cambio.

Para cambiar, como personas, como sociedad o como grupo, necesitamos una nueva cultura de la incertidumbre y del futuro, donde podamos vivir, trabajar y soñar, sin perder el centro de gravedad de nuestra vida. El propósito por el que hemos venido a este mundo ya sea ser buen trabajador, emprendedor, padre, madre, o escalador de montaña, no importa; lo importante es que no debemos de dejar ir nuestra existencia sin saber para qué hemos nacido y cuáles son los dones por los que vinimos a este universo.

En nuestra sociedad actual existe un sinfín de miedos. La sociedad de hoy en una sociedad caracterizada no solamente por la tecnología sino por un bombardeo de miedos masivos a todo: desde el terrorismo hasta el simple miedo a salir a la calle a disfrutar.

En nuestro trabajo con personas con discapacidad, observamos los miedos de empresarios y sociedad que les impiden ver los talentos y las capacidades de personas con alguna dificultad funcional, mal llamados “Discapacitados”, y que les impide disfrutar de su creatividad, e ingenio así como de su quehacer.

Observamos, además, cómo el mundo de la discapacidad cambia, desde un modelo tradicional, paternalista, a una sociedad más plural y abierta que empodera a los discapacitados a tomar las riendas de su vida, enfrentando los cambios que fueran necesarios para su integración.

Considero que la cultura del cambio, y la valentía personal para enfrentarse a las barreras psicológicas, sociales, laborales y políticas es la única medicina que nos puede curar del miedo y la parálisis, garantizando que emprendamos accionas masivas y constantes para lograr nuestros propósitos profesionales y personales.